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Comer sin dramas.

  • Mariana Ríos
  • 14 abr
  • 2 Min. de lectura

Juegos y trucos para niños piquis.


Si cada comida en casa se siente como una batalla, no estás solo. Muchos niños atraviesan etapas en las que rechazan ciertos alimentos o se aferran a los mismos platillos una y otra vez. Pero transformar la hora de la comida en una experiencia más relajada y positiva es posible.


La clave está en el juego, la exploración y la paciencia.


A continuación, te comparto actividades divertidas para ayudar a tu pequeño a ampliar su repertorio sin llantos ni peleas.


  1. El chef explorador: Invita a tu hijo a ser un chef explorador. Déjale tocar, oler y jugar con los ingredientes antes de cocinarlos. La exposición a los alimentos sin presión ayuda a reducir el rechazo.


  2. Colores en el plato: Convierte la comida en un arcoíris. Anima a tu hijo a escoger un alimento de cada color para su plato. Esto fomenta la diversidad sin sentirse forzado.


  3. El reto de los tres bocados: En lugar de insistir en que se termine el plato, preséntalo como un reto: "Prueba tres bocados y dime a qué te recuerda". Esto les da sensación de control y reduce la resistencia.

  4. Cocina en equipo: Cuando los niños participan en la preparación de los alimentos, es más probable que los prueben. Hazlos tus ayudantes en la cocina y deja que escojan pequeños ingredientes para experimentar.


  5. El picnic sorpresa: A veces, cambiar el entorno hace maravillas. Pon un mantel en el piso y haz un picnic en la sala o el jardín. Comer en un ambiente distinto puede hacer que los niños prueben cosas nuevas.


  6. La historia del ingrediente misterioso: Invéntate historias sobre los ingredientes. "Este brócoli era un árbol en el bosque mágico. Solo los valientes caballeros pueden probarlo." Darle un giro divertido a los alimentos los hace más atractivos.


  7. El semáforo de sabores: Usa una hoja con colores rojo, amarillo y verde para que tu hijo marque si un alimento le desagrada (rojo), le parece "más o menos" (amarillo) o le gusta (verde). Esto le permite expresar sus gustos sin discusiones.


Los niños quisquillosos no lo son por capricho, sino porque están descubriendo su mundo a su ritmo. En lugar de presionarlos, convirtamos la comida en una experiencia de juego, curiosidad y exploración. Con el tiempo y sin luchas, irán ampliando su paladar de manera natural. Recuerda, no es el platillo, es su versión. ¡Haz de cada comida una aventura!



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