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"Comer bien en vacaciones: libertad no es descontrol"

  • Mariana Ríos
  • 14 jul
  • 2 Min. de lectura

Julio suele ser sinónimo de vacaciones, cambios de rutina, días más largos, salidas, descanso… y a veces también desorden en los horarios, más antojos o comidas fuera de casa. Muchas personas sienten que durante este mes “tiran todo por la borda” en cuanto a alimentación, como si cuidarse solo fuera posible bajo reglas estrictas o rutinas escolares.


Pero ¿y si te dijera que puedes disfrutar de tus vacaciones, comer con libertad y al mismo tiempo cuidar de ti, sin caer en extremos?


Porque sí: comer bien también puede verse diferente en vacaciones. Y eso no es un problema, es una oportunidad de aprender a escucharte mejor.


🍉 1. El cuerpo no tiene vacaciones… pero sí necesita descansar de las exigencias


Tu digestión, tus señales de hambre y saciedad, tu energía: todo eso sigue funcionando, aunque no tengas una agenda escolar o laboral que seguir. Las vacaciones no son excusa para “descuidarte”, pero tampoco deben vivirse con culpa o control excesivo. Este mes puede ser un momento perfecto para reconectar con el placer de comer y darte lo que realmente necesitas.


Pregunta clave: ¿estoy comiendo esto porque me hace bien y me gusta, o por impulso y desconexión?


🧠 2. Vacaciones sin horarios no significa comer sin conciencia


A veces confundimos libertad con desorden. Y sí, está bien que los horarios cambien, pero no olvides lo importante: tu cuerpo necesita constancia, comida suficiente y momentos de calma. Saltarse comidas, comer por aburrimiento o picar sin parar es una señal de que hace falta poner atención, no castigo.


Consejo práctico: intenta mantener una estructura ligera —desayuno, comida, cena y uno o dos snacks— sin importar la hora exacta. Eso da contención y tranquilidad a tu cuerpo.


🍦 3. Sí al helado, sí a las frutas, sí al equilibrio sin reglas estrictas


No se trata de elegir entre comer saludable o disfrutar: puedes hacer ambas cosas. Puedes salir por un antojo con amigos y también preparar una cena rica en casa. No todo tiene que ser “perfecto” ni 100% natural. Y tampoco todo lo rico es “trampa”.


Las vacaciones son un momento hermoso para enseñar (o reaprender) que el equilibrio real se basa en variedad, disfrute, y la capacidad de volver a ti sin sentirte mal por haber comido.


Julio puede ser un mes de conexión

contigo y con tu cuerpo, no de castigo.


No es necesario “compensar” ni “recuperar el control” después: basta con aprender a volver a tu centro, sin culpa y con mucha compasión. Disfruta, saborea, respira. Comer bien en vacaciones no es hacer lo mismo que siempre, sino aprender a elegir lo que necesitas en el momento en que lo necesitas.


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